Muchas corridas hemos sudado al punto que nuestras herraduras ya se ven gastadas.
Es el momento: es tiempo de observarnos y contemplar, y ahora al galope,
avanzar más aliviados, humanos y libres.

Pensando el fotoperiodismo.

Adrián Mariotti

miércoles, 5 de mayo de 2010

Sygma, Gamma y Sipa… la muerte de las tres agencias míticas

escrito por Anne Marie Mergier *


Ciertamente la portada es provocadora: "Fotoperiodismo, una muerte anunciada", advierten grandes letras grises, rojas y blancas sobre un fondo negro. Pero más provocador aun es el contenido de la revista: 17 fotógrafos de la agencia Sygma-Corbis posan desnudos, tapándose púdicamente una parte de su anatomía con cámaras o teleobjetivos.
Esa revista –una sola edición pensada y financiada por los fotógrafos– empezó a circular en París a mediados de febrero y muy pronto se agotó.
Tuvo mucho eco el mensaje manuscrito de Henri Cartier-Bresson, que abre la revista: "Me escandalizan la desenvoltura y la crueldad del despido masivo de 42 fotógrafos anunciado por Corbis. La compilación de un banco de imágenes, por muy completa que sea, jamás podrá competir con la obra de un autor. Por un lado hay una máquina, por otro hay un ser vivo y sensible. Corbis no deja elección alguna". 
(sigue...)


Corbis es una sociedad creada en 1989 por Bill Gates, que aspira a convertirse en el mayor banco de imágenes del mundo. En los últimos años, insaciable, Gates adquirió todo lo que se podía compra: agencias fotográficas, fondos fotográficos, como el famoso Bettam, y colecciones, entre las que destacan la del museo del Ermitage de San Petersburgo o de la National Gallery de Londres.
Esa parte importante del patrimonio fotográfico universal está enterrada en una mina de caliza en Pennsylvania. Es la única solución encontrada por el hombre más rico del mundo para protegerla del calor, la luz y la humedad. Allí se quedará, inaccesible, mientras no este digitalizada, es decir durante años: el proceso es muy lento y caro. De hecho, se calcula que actualmente sólo 2% de los 68 millones de clichés fotográficos de Gates han sido digitalizados.
Corbis cuenta con dos competidores: el estadunidense Getty Images, que pertenece a Mark Getty, hijo del magnate petrolero, según el cual tiene 70 millones de fotos, y el grupo francés Hachette Filipacchi, dueño de 200 periódicos y revistas que cuenta hasta ahora con 40 millones de imágenes.
En junio de 1999 Corbis compró Sygma. En las décadas de los 70 y los 80, Sygma, Gamma y Sipa, tres agencias fotográficas francesas, eran las más prestigiosas del mundo y habían convertido a París en la capital mundial del fotoperiodismo.
En noviembre del 2001, más interesado en la comercialización de los archivos de la agencia que por su costosa producción de fotos, Corbis decidió despedir a todos los fotógrafos de Sygma y de los técnicos. Algunos fotógrafos se enteraron de su despido arriesgaban la vida en la guerra de Afganistán.
Cuenta Antoine Gyori, que también aparece en la portada de la edición especial: "Estaba en Paquistán. Me avisó mi jefe de redacción y me aconsejó que regresará cuanto antes a París porque no podía asegurar que la empresa me apoyaría si me enfrentaba con una situación difícil durante mi trabajo…" 
Gyori sabe lo que es "una situación difícil": durante sus 11 años y medio en Sygma le tocaron todas las guerras de la ex Yugoslavia. En 1993 fue herido de gravedad en la garganta en Sarajevo, se salvó de milagro. Luego cubrió el primer conflicto de Chechenia, se fue después a Israel, regresó a Chechenia y finalmente fue a Asia Central.
Los fotógrafos de Sygma se movilizaron: organizaron una huelga de varias semanas, interpelaron el ministerio de Cultura y al primer ministro, montaron una exitosa exposición de sus obras, en la que volvieron a denunciar públicamente su situación, hicieron la vida imposible a los directivos de Corbis.
En la sede de Corbis, en Seattle, hubo sorpresa: jamás Bill Gates había podido imaginar esa resistencia, que dañaba su imagen.
La publicación de la edición especial fue la ultima expresión publica de indignación de los fotógrafos. Causó cierto revuelo en Estados Unidos.
A finales de marzo llegaron las primeras cartas oficiales de despido.
Precisa Antoine Gyori: "Con esa edición especial queríamos lanzar un grito de alarma. Lo que hace Corbis es convertir a Sygma, que se impuso en el mundo gracias al trabajo de alta calidad y al sentido de la responsabilidad de sus fotógrafos, en una agencia sin fotógrafos, en una empresa que comercializará sus stocks de imágenes. Su única ambición es llenar Internet con imágenes. Crear y producir fotos no entra en sus planes.
"Se puede imaginar que mañana Bill Gates, es decir Microsoft, venderá computadoras con un programa de un millón de fotos incluido. Todo mundo podrá bajar esas fotos, usarlas como quiera, manipularlas si se le pega la gana… Será una especie promoción para volver sus computadoras más atractivas que las de sus competidores. De hecho, ya empezó a darse ese fenómeno con el Stock Market…" 
Los derechos de autor
La sede parisina de Corbis, ultramoderna y casi desierta, se ve como una inmensa nave fantasma. Sentado en una oficina medio vacía, Gyori insiste:
"Esa política de Corbis es sumamente grave, transforma la foto en simple mercancía. Es una falta de respeto total para la firma y la experiencia de los fotógrafos, no solamente de los 42 despedidos, sino de todos los fotoperiodistas. Cuando lanzamos nuestro movimiento de protesta sabíamos que no íbamos a hacer retroceder a Bill Gates. Pero quisimos denunciar públicamente lo que estaba en juego: Gates pisotea una garantía de seriedad y calidad, una manera de trabajar, la concepción misma de una profesión."
Ya terminó el movimiento colectivo de protesta. Cada fotógrafo está en plena discusión con los directivos de la empresa para resolver el problema de sus propios archivos fotográficos.
Comenta Gyori: "Es increíble. Gates está rodeado por un ejército de abogados y Corbis está acostumbrado a llevar negociaciones comerciales en el mundo entero, pero no se percataron de que la legislación francesa sobre derechos de autor es totalmente distinta de la anglosajona".  
Los fotógrafos de las tres grandes agencias tenían una organización de trabajo muy precisa: compartían los gastos ocasionados por sus reportajes –50% para el periodista, 50% para la empresa-- y también, en la misma proporción, el producto de la venta de su trabajo por concepto de derechos de autor, según las leyes francesas, durante 70 años.
Al comprar Sygma, Corbis pensaba apoderarse de su extraordinario archivo fotográfico. Error fatal. Hoy debe negociar con cada fotógrafo contratos que le permitan comercializar sus archivos, pero respetando sus derechos de autor.
"En otras palabras, deberá comprar Sygma otra vez", explica Gyori en tono irónico, antes de confiar que todavía no sabe si aceptará vender su propio archivo a Corbis. Muchos de sus colegas también están tan indecisos. Todos exigen muchas garantías sobre el uso que se hará de sus fotos y Bill Gates empieza a entender que su incursión en el fotoperiodismo francés le está saliendo carísima.
La muerte de Sygma como agencia independiente de fotoperiodismo no es un caso aislado. Gamma fue comprada por Hachette- Filipacchi, que también está preparando planes de despidos. Sipa acaba de caer en manos de Pierre Fabre, dueño de laboratorios farmacéuticos y cosméticos…
Desde mediados de la década de los 90 las tres agencias fotográficas míticas estaban enfrentando crisis económicas cada vez más graves. Se colapsaron en el crepúsculo del siglo XX.
Hoy quienes dominan el mercado del fotoperiodismo son tres agencias de prensa: Reuters (británica), Associated Press (AP, norteamericana) y Agence France Presse (AFP, francesa). Son las únicas que pueden enviar fotógrafos o tener fotógrafos en todo el mundo. Ofrecen imágenes de excelente calidad, aunque carecen, por lo general, del sello personal de los grandes reporteros de Sygma, Sipa y Gamma.
Son múltiples los factores que provocaron el estrepitoso derrumbe de las agencias fotográficas, pero el principal es sin duda la revolución digital.
Las tres revoluciones
Explica Jean François Le Mounier, director de AFP Foto: "En realidad, fueron tres revoluciones digitales. Primero, en 1995, se digitalizó la transmisión de los negativos, lo que nos hizo ganar tiempo y dinero. Pero sólo se podían enviar de dos a tres fotos por día, mientras que los fotógrafos de Sygma, Sipa y Gamma, que tenían acuerdos con las empresas aéreas, confiaban sus rollos a pilotos de aviones que salían para París. Seguíamos sin poder competir realmente con ellos.
"Luego, en 1998, vino la segunda revolución: el uso de cámaras digitales. Desaparecieron los negativos. Apenas tomada, la foto podía ser transmitida en pocos segundos. El cambio fue drástico. Sentimos la diferencia con el trabajo que realizaron los fotógrafos de las agencias de prensa durante el último Mundial de futbol. Estabamos al mismo nivel que las agencias de fotos.
"Finalmente llegó la tercera revolución: la digitalización de todos nuestros archivos, de todos nuestros stocks de imágenes así como la creación de bancos de fotos en Internet. Gracias a esos bancos en línea, AFP, AP y Reuters ofrecen en tiempo real las fotos de cualquier acontecimiento que ocurre en el mundo. Con eso dejamos atrás a las tres agencias ‘míticas’. Por eso tenemos hoy una posición preponderante, aunque no de monopolio, en el mercado."
La AFP cuenta con una planta de 140 fotógrafos: 40 en París y 100 esparcidos en el mundo. Muchos de los fotógrafos de Sygma, Gamma y Sipa estaban en París. Había sólo algunos corresponsales itinerantes en "zonas calientes".
"Con estas revoluciones digitales --insiste Le Mounier--, actualmente si pasa algo en Bangladesh, la foto de nuestro reportero bengalí está en línea en el momento en que los fotógrafos de Sipa o Gamma se suben al avión para ir a Bangladesh."
Según el director de AFP Foto, fue la guerra de Vietnam la que permitió a las "tres agencias en A", como las llaman en Francia, imponerse en el mercado mundial. Los medios masivos de comunicación estadunidenses pedían a gritos fotos de guerra y París contaba con tres puntos a su favor: está ubicado geográficamente entre Vietnam y Estados Unidos, el cambio de horario jugaba a su favor y el avión Concorde atravesaba el Atlántico en sólo tres horas…
"Hoy todas estas consideraciones caducaron. Nuestros fotógrafos ya no son ‘víctimas’ del tiempo. En lugar de pasar horas revelando sus fotos y tratando de enviarlas, se dedican exclusivamente a tomarlas y a mejorar su calidad."
-Pero son fotos tomadas en el calor de los hechos. ¿Prevé la AFP crear equipos de fotógrafos dedicados a hacer reportajes más trabajados, como los que hacían las tres agencias?
-No. No es nuestra vocación. Somos una agencia de prensa. Siempre trabajamos lo inmediato.
El amplio proceso de digitalización de las empresas fotográficas representa una inversión enorme que las grandes agencias de prensa pudieron asumir. Pero no las agencias de fotografías.
Antoine Gyori recuerda: "Hace 15 años Sygma fue pionera, escaneamos todos nuestros archivos. Pero lo hicimos en baja resolución. Hoy sólo sirve la alta resolución. Nos quedamos rebasados por la evolución de la tecnología y su costo".
Jean François Le Mounier protesta cuando se le pregunta si el fotoperiodismo está amenazado de muerte.
"El mundo necesita cada vez más imágenes. Ya está más que comprobado que la televisión no representa amenaza alguna para los fotos periodísticas. El fotoperiodismo no está en crisis. Prueba de ello la cantidad de fotos de alto nivel que generaron los atentados del 11 de septiembre y que se vendieron en el mundo entero. Los libros de fotoperiodismo tienen también su mercado.
"Lo que sí murió es el fotoperiodismo ‘artesanal’ que practicaban esas tres agencias, compartiendo riesgos económicos con sus fotógrafos. Hoy estos fotógrafos efectivamente se quedan desnudos, ya no cuentan con esa estructura. Sygma, Sipa y Gamma tuvieron su momento de gloria. La tecnología y la evolución del mercado cambiaron el panorama."
Le Mounier usa una metáfora cruel para describir el ocaso de las prestigiadas agencias francesas: "Allí estaban con su tienda de artesanías de altísimo nivel. Llegaron los supermercados con una oferta gigantesca de productos diversificados y de calidad. Los artesanos no sobrevivieron".
-¿Usted compara Reuters, AP y AFP con supermercados?
-Vamos a decir que son tiendas grandes, tipo Galeries Lafayette. No sé cuál sería el equivalente en el mundo hispánico…
-Liverpool, en México; el Corte Inglés, en España…
-Pues en la misma tienda el cliente tiene acceso a una enorme cantidad de productos de marcas distintas. La AFP, por ejemplo, firmó un acuerdo con la Agencia Notimex. Todas las imágenes de la agencia mexicana, de actualidad o de sus archivos, están disponibles en el mundo entero gracias a Images Forum, nuestro banco en línea. Si un periódico chino necesita fotos de México, no pierde días buscando algún contacto con Notimex. Se conecta con Images Forum y en un tiempo récord consigue lo que necesita. Notimex se digitalizó, pero no contaba con una gran vitrina internacional. La AFP se la brindó y a cambio aprovecha la vitrina de Notimex para promover sus fotos en la prensa mexicana. 
Esas infraestructuras no dejaron oportunidad alguna a las tres agencias francesas.
Los fotógrafos, también responsables
Hubo por supuesto otros problemas que no supieron o no quisieron afrontar: "Cuando Sygma fue creada, era una pequeña estructura especializada en fotoperiodismo, luego creció muy rápido, se lanzó a realizar todo tipo de fotos, dio mucha importancia al sector popular, perdió un poco su identidad y sobre todo el control de ese crecimiento, que resultó muy oneroso", confía Antoine Gyori.
La prensa escrita pasó por altibajos financieros y disminuyó el presupuesto que dedicaba a la compra de reportajes fotográficos de alta calidad. Surgieron en el mercado numerosos fotógrafos independientes, que empezaron a abrirse paso a expensas las agencias.
"Los fotógrafos de Sygma, Gamma y Sipa también tuvieron una parte de responsabilidad en eso", explica Ashley Woods, responsable de la agencia VII (Seven) que irrumpió en el mercado del fotoperiodismo en septiembre de 2001. "Confiaban sus reportajes al servicio comercial de sus agencias y no tenían contacto alguno con los periódicos y las revistas. Los vendedores llegaban con no sé cuántos paquetes fotográficos, que intentaban vender a como diera lugar lo más pronto posible, sin tomarse el tiempo necesario para entusiasmar a sus clientes en los medios masivos de comunicación. Eso no funciona. El fotoperiodismo de calidad es una creación artística que hay que defender y valorar con nuestros clientes."
Registrada en Gran Bretaña, pero con sede en París, VII es un colectivo de siete renombrados fotoperiodistas internacionales esparcidos en Nueva York, Londres, Moscú y París. Todos se salieron de las grandes agencias y colaboran con las más destacadas revistas norteamericanas. Vislumbraron a tiempo la catástrofe que se abatió sobre estas agencias y crearon su propia estructura, muy ligera: una oficina en París, donde trabajan Woods y dos asistentes .
Precisa Woods: "Somos 100% en línea. Usted no encontrara un solo negativo aquí. VII está totalmente digitalizada. Desde los rincones más apartados del mundo donde se encuentran, los siete fotógrafos de VII mandan sus reportajes, que están accesibles en nuestra página de Internet. Hay suscripciones para tener acceso a nuestro archivo.
"Cada semana visito personalmente a mis clientes en la prensa francesa, y varias veces al mes viajo por Europa para mantener un contacto estrecho con las revistas y los periódicos. Cada vez que se puede organizo encuentros entre los fotógrafos y quienes publican sus fotos, o los pongo en contacto en una forma u otra. De todas estas charlas surgen ideas nuevas. Los editores de las revistas están encantados."
Woods es muy severo con los fotógrafos de las agencias moribundas: "Les guste o no, el mercado de hoy es totalmente distinto del de hace 20 años. O se adaptan a ese mercado o desaparecen. De nada sirve llorar".
Este británico se enfureció con la edición especial publicada por los fotógrafos despedidos de Corbis: "El fotoperiodismo de alta calidad no está muerto ni se va a morir. En menos de un año VII se impuso en el medio del fotoperiodismo con trabajos originales, de actualidad o temas inéditos de altísima calidad. Nos va muy bien. Pero nos toca movernos y salirnos de los caminos trillados, innovar, inventar y promover el fotoperiodismo en lugares que no había explorado antes". 
El próximo septiembre VII presentara en el Palazzo de Verona (Italia) una exposición de las imágenes tomadas por sus fotógrafos en Nueva York a raíz de los atentados terroristas y en Afganistán. En esa muestra alternaran formatos tradicionales y grandes pantallas de plasma, sobre las cuales aparecerán fotos registradas en discos compactos. Se publicará también un libro y en un disco compacto con las fotos expuestas.
"El año pasado estuve en Perpignan (Francia) para Visa pour l’Image, cita mundial del fotoperiodismo. Muchos trabajos me consternaron. Hacían falta ideas, motivaciones, historias distintas… El fotoperiodismo dista de estar muerto, pero para conquistar el espacio que merece le urge contar con más fotógrafos imaginativos, creativos, que hagan investigaciones, que se involucren de lleno y con tiempo en proyectos distintos. No basta ir cinco días a Afganistán", señala Woods.
"Es duro porque hace falta dinero para eso. Pero este trabajo siempre fue duro e implicó sacrificios. Pero a la larga un talento verdadero se impone."
Al igual que los siete fotógrafos de VII, otros se organizaron en colectivos. Estas pequeñas agencias, como Vu, Editing, Métis, Tango Photo, L’œil Public, Tendance Floue, se lanzaron valientemente a la conquista del mercado y en defensa de un trabajo de calidad que intenta resistir a las aplanadoras como Corbis, Getty y Hachette–Filipacchi, que el vespertino Le Monde describe sin compasión:
"Alejar a los fotógrafos ya es la regla en las agencias de ilustración y de comercialización de stocks que difunden fotos intemporales, a veces escenificadas, a menudo asépticas. Uno entra en otro mundo. Un mundo en el que agencias-tubos, que rechazan las fotos atípicas, para favorecer imágenes sin proyecto, sin jerarquía, sin control que se prestan a todo tipo de manipulación." 
Reconoce Antoine Gyori: "Más que el fotoperiodismo, lo que murió con Sygma es una época y un modo de trabajar. Hoy, al igual que mis colegas, estoy en pleno marasmo. Todos queremos seguir con el fotoperiodismo que es nuestra profesión y nuestra pasión. Pero sabemos que nos costará mucho integrarnos al mercado. Nos toca repensarlo todo".

* Anne Marie Mergiere es corresponsal en París de la revista mexicana Proceso. Este texto se reproduce en Sala de Prensa con la autorización expresa de su editor internacional.

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